Múltiples voces vienen insistiendo en los últimos tiempos con la dificultades de los niños en edad escolar para comprender textos. Cualquier mirada al pasado muestra que las quejas de los adultos con respecto a la falta de educación de las nuevas generaciones no son nuevas. Es una vieja tendencia, de resistir el paso del tiempo y el inevitable cambio. Esta nostalgias por un tiempo pasado forman también parte de las ideas de un grupo de 30 referentes educativos y exministros que advirtieron que casi la mitad de los alumnos de tercer grado de la escuela primaria “no entienden lo que leen” y pidieron la implementación de un “plan de alfabetización” para garantizar la comprensión lectora.
Télam, que informó la noticia, precisó que se difundió un documento con el título “Recomendaciones para las políticas de alfabetización inicial en la escuela primaria argentina”, lo que parece más una plataforma de oferta para partidos políticos en medio de un año electoral.
La trampa del mago que realizan los educadores es que para decir lo que es mejor o peor debe establecerse mediciones de resultados. Esas pruebas son realizadas de forma internacional, algo que al común de las personas les transmite la idea de que son buenas y efectivas, y que si a nuestro país le va mal en esas pruebas entonces es efectivamente así, estamos mal en educación.
Para que no te tomen desprevenido, hay que saber que hay múltiples tipo de pruebas de este estilo y que las más conocidas son las llamadas PISA. Estos exámenes estandarizados no es que no sirven, sino que son muy limitados en su capacidad para sacar conclusiones. Y no reflejan en absoluto las capacidades ni la educación de los niños, sino en todo caso la búsqueda de presión sobre los respectivos gobiernos para que se deje vía libre a la iniciativa privada.
Siempre habrá datos de estas encuestas para decirnos que algunos países estamos mal. Obviamente hay los que están bien: algunos son países donde educarse no es gratis, o donde a ciertos sectores les está impedido el acceso a los niveles secundarios o terciaros ¡les va muy bien en estas encuestas! Incluso países donde las desigualdades son tan amplias y profundas que apenas una minoría accede a la educación.
“En Argentina casi la mitad de los alumnos de 3er. grado de primaria (46%) se ubican en el nivel más bajo de lectura en la prueba sobre el Estudio Regional Comparativo y Explicativo, que es una evaluación estandarizada aplicada en América Latina y el Caribe”, según indicaron en el documento.
Mejor/peor
¿Niños responsables? ¿Adultos acusadores? ¿Quienes son los responsables? Entre los firmantes figuran varios exministros. Son notables los casos de Nicolás Trotta (exministro de Alberto Fernández) y Mariano Narodosky (exministro de Educación en la ciudad de Buenos Aires de Mauricio Macri).
Más de 30 referentes educativos y exministros de todo el país advirtieron que casi la mitad de los alumnos de tercer grado de la escuela primaria “no entienden lo que leen” y solicitaron a los gobiernos nacional y a los gobiernos provinciales, en ejercicio y a los electos, “la implementación de un plan de alfabetización que garantice que todos los chicos alcancen niveles satisfactorios de comprensión lectora al terminar el primer ciclo de la primaria”, a través de un documento difundido.
Además, los firmantes relacionaron las dificultades socioeconómicas con las dificultades para aprender contenidos escolares. Pero lo dijeron de otra forma: “la cifra asciende al 61,5% entre los estudiantes del tercil de menor nivel socioeconómico, mientras que desciende al 26,3% entre los estudiantes de mayor nivel socioeconómico”.
“En 1997, en esas mismas pruebas, Argentina tenía el segundo mejor rendimiento de América Latina, superada solo por Cuba. Hoy el país se encuentra en el décimo lugar en la región, detrás de El Salvador”, afirmaron. Una tendencia de moda: volver al pasado.
También, les solicitan a los gobiernos de las provincias y de la Ciudad de Buenos Aires “implementar planes jurisdiccionales de alfabetización inicial, cuyo objetivo sea que todos los estudiantes terminen tercer grado con niveles adecuados de comprensión lectora”.
Leer, educar y comprender
Poder diferenciar entre las palabras educación (más amplia que la escolaridad), leer (descifrar esos símbolos y conectarlos con sus sonidos) y comprender (enteder). ¿Todos los niños aprenden de la misma forma? No. ¿No leer a la edad recomendada es síntoma de que tu hijo no se está educando o no está aprendiendo? No, debe prestarse atención a un conjunto de otras cosas.
Este excesivo interés en forzar la conexión del aprendizaje de la lectura con la educación tiene como objetivo contrariar otra mirada, que también está presente en nuestro país. La mejor prueba es la reciente visita de Francesco Tonucci, el pedagogo italiano que desde hace décadas mantiene vigencia con su mirada sobre la niñez.
En una reciente visita auspiciada por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, Tonucci contó una anécdota. Así explicó como los niños antes de alfabetizarse son capaces de utilizar el lenguaje de una manera formidable, aplicando reglas de conjugación, y utilizando todo tipo de figuras y construcciones en sus oraciones. Pero, sin embargo, al ingresar a la escuela se los sigue viendo como “analfabetos”.
Aprender más tarde o temprano, no debería ser un indicardor preocupante. Ya que el principal objetivo de la educación no es cumplir con los objetivos de los gobiernos, sino (según nuestras leyes) el “desarrollo de su personalidad”, es decir, de la del niño.
Si quisiéramos mejorar la educación, si el cliente siempre tiene razón, ¿no deberíamos escuchar la opinión a los niños? ¿No recomiendan todas nuestras leyes considerar el “interés superior” del niño en todas las decisiones que los afectan?
Una noticia así ¿no hace parecer que los verdaderos responsables se quejan de sus propios resultados?
¿Por qué no entienden lo que leen?
En los medios nunca vemos que se pregunte sobre las razones de porqué no entienden lo que leen. O mejor dicho, seguramente escucharemos que “porque no leen”, que “porque son pobres”, pero nunca jamás se ocurrirá preguntarles a los propios estudiantes.
¿A qué tienen miedo? Las respuestas tampoco son tan raras: “la escuela me aburre”, “no me interesa lo que dan para leer”, y otras que denotan la falta de conexión entre los intereses y la escuela.
Conviene entonces no desanimarse tanto sobre nuestros niños y desconfiar de todos aquellos que se llaman expertos en la materia educativa que señalan a los niños y proponen recetas ya gastadas que lo único que harán es aumentar el aburrimiento en las escuelas y quitarles a los niños la posibilidad de opinar y decidir de acuerdo a su edad y desarrollo.
Escuchar sus intereses, sus propuestas para mejorar tal vez nos permita comprender mejor de qué forma podemos ayudarlos a aprender. Pensar cuánto lugar damos a sus iniciativas en los diferentes lugares de educación (desde casa a la escuela, del club al grupo de teatro) asimismo nos dará la clave para entender porqué la relación de fondo es entre el aburrimiento y el aprendizaje.