En una nueva conversación con el psicólogo Claudio Jonas te proponemos pensar juntos acerca de si conviene o no hablar de la muerte. El resultado de no hablemos de no escuchemos otro punto de vista, no prestar atención al que piensa diferente puede hacer que luego sea tarde. Esto, sostiene Jonas se aplica a diferentes temas, además de la muerte como la política.
Este tema es recurrente y controvertido. A veces por «feo», por «triste» u otras razones prefiere evadirse, postergarse o se lo desplaza. Pero el tema está permanentemente presente para todos a lo largo de la vida y puede sorprendernos entender que forma parte esencial de la educación, y que lejos de ser un impedimento o un obstáculo es un vehículo importante del aprendizaje. De esta forma, con Claudio se establece un dialogo sobre diversas experiencias y casos que evidencian estas características y que invitan a responder negativamente a la pregunta que da título a este capítulo: No hay que evitar hablar de la muerte, hablar de la muerte es muy recomendable.
En el caso de la enseñanza y de hablar de la muerte con los niños hay una creencia que «las cosas difíciles mejor no hablar, o se resuelven solas, o se hablará mas adelante, que suele ser nunca», opina.
Y muchas veces las explicaciones que se dan tienen «rodeos, rellenadas de fantasías, eufemismos, maneras de hablar de algo sin tomar en cuenta las consecuencias». Esto suele suceder por no tener encuenta las ventajas y desventajas de hablar.
Pero también el tema involucra a cuando un niño es el que muere o experimenta una enfermedad grave. ¿Y qué es la muerte entonces? «La muerte es un seguir estando sin estar a la vista», explica Claudio, que insiste en que conviene hablar que la muerte es una posibilidad también para los niños.
Incluso hay explicaciones que parecen decir que «solo se mueren los viejos», entonces los niños empiezan con «el abuelo es viejo», pero «la realidad va bombardeando esa ilusión».
Pero además es recomendable aportarles (cuando la edad lo permite) las explicaciones del porqué no se hace algo como meter dedos en el enchufe. También reflexionamos sobre si conviene decir que las personas se van al cielo. ¿O puede llevar a confusiones peligrosas?
Los casos que Claudio expone a través de su experiencia resultan conmovedores, pero dan cuenta de los beneficios y las posibilidades positivas de hablar de un tema que está presente aunque no queramos.