En una reciente columna de radio, el periodista y analista Andrés Russo abordó un tema complejo pero apasionante: la supervivencia y la evolución de las ideas políticas. Con la frase «¿las ideas no se matan?» como punto de partida, Russo exploró la historia de esta expresión y sus implicaciones filosóficas, políticas y sociales.
Russo comenzó su intervención señalando que el título de su columna, «Las ideas no se matan», podría entenderse como una pregunta o una afirmación. «Puede ser pregunta, puede ser afirmación… No dejan de ser cuestiones del orden de la retórica, no es que hay realmente una columna demasiado distinta con signo de pregunta o sin signo de pregunta».
Sin embargo, más allá de las sutilezas del lenguaje, Russo llevó la discusión a terrenos más profundos, explorando la famosa frase «las ideas no se matan» que Sarmiento supuestamente escribió en francés durante su exilio en Chile. Según Russo, esta frase proviene de una cita francesa y tiene un origen incierto, pero la cuestión de fondo es la siguiente: «¿Realmente las ideas no se matan?».
Russo reflexionó sobre la evolución de las ideas políticas y su relación con la acción política. «Las ideas políticas son susceptibles de evolución, incluso en muchos casos es lo más deseable», afirmó, añadiendo que esta adaptación puede ser necesaria para mantenerse relevante sin traicionar los principios fundamentales. Sin embargo, señaló que esto puede generar tensiones: «El problema es cuánto pueden cambiar sin perder su identidad».
En su análisis, también cuestionó la necesidad de herederos en la política, particularmente dentro del peronismo, sugiriendo que esta constante búsqueda de sucesores podría ser un síntoma de debilidad doctrinaria. Mencionó que «la necesidad de buscar un heredero permanente es por una debilidad del corpus doctrinario o porque los enemigos que tienen estas ideas políticas son tantos y acaso más poderosos que esas mismas ideas políticas».
La discusión sobre la resistencia y supervivencia de las ideas políticas llevó al columnista a explorar casos históricos de magnicidio político y a cuestionar el papel de la violencia en la lucha por las ideas. El caso de Simón Radowitzky, un anarquista que asesinó al represor Ramón Falcón, fue uno de los ejemplos que citó para ilustrar cómo las ideas políticas pueden llevar a acciones extremas.
En última instancia, Russo sugirió que, aunque las ideas progresistas pueden ser objeto de intentos de asesinato, también pueden morir por falta de interés o apoyo. Esto implica una responsabilidad para aquellos que creen en esas ideas: «Hay veces que las ideas más progresistas que nos interesan defender pueden morir por inanición, y ahí ya la responsabilidad es nuestra».