Por David Chiecchio (profesor de historia)
El miedo/indignación por el logro de Javier Milei recuerda a las películas donde lo desconocido le acecha a una familia de clase media, bien constituida y enganchada como corresponde en los círculos sociales de una ciudad cualquiera. Nada podía sobresaltarlos. No sabemos, ni queremos saber, si todos los que votaron por Milei quieren su programa económico y de recortes. ¿Muchos de ellos vieron en su estética una identificación con valores sociales, económicos y políticos? ¿Benefició o perjudicó a Milei que lo llamaran «loco«? ¿Quién está habilitado a decir quién es el «loco»?
¿Coherencia?
Con mucha razón, un político opositor a Milei identificó que el precandidato (que ha sido el más votado) tenía dos políticas que llegaban mucho a los sectores más perjudicados: el fin del peso como una propuesta para terminar con la inflación y el fin del sistema educativo público para (supuestamente) «aumentar su calidad». Dos puntos medulares para ¿los jóvenes que lo votaron? No necesariamente. El fallecido Juan Carlos Tedesco, exministro de Educación de Néstor Kirchner, enseñaba que la gratuidad del sistema educativo público era un pilar sobre el que se construyó la identidad argentina desde 1880. ¿Qué proponían otros candidatos en este punto, frente a la crisis inocultable de esa institución? ¿O hay alguna duda que en nuestro país la educación pública escolar es un derecho conquistado para los niños?
La posible falta de coherencia de las propuestas de Milei, o el hecho que sean impracticables (como ha opinado Guillermo Moreno, precandidato a presidente que no hizo buena elección) no le ha quitado votos. Esta falta de coherencia, ¿no existe en muchos aspectos de la vida pública?
Si hay realmente un escenario de derechización de la sociedad o del voto, eso no resuelve la pregunta: ¿es a raíz de mucha demanda social o es cuestión de mucha oferta política? Las propuestas de Milei se caracterizan por ser «radicales«, no como parte de la Unión Cívica Radical, sino «radicales» entendido como quienes están dispuestos a dar soluciones contundentes, de raíz. Ese término se usa de manera internacional para identificar tanto políticas del espectro de la derecha o de la izquierda.
En cambio. A muchos no les parece ilógico pensar que a problemas complejos se necesiten soluciones complejas, que puedan confundirse o ser drásticas. La inflación es un problema desgastante en la historia Argentina. Muy recurrente, y desmoralizador. Después del 2015 ya no hubo intentos serios de seguir un programa de contención.
¿Pero la inflación tiene cura?
Pocos conocen cómo concluyó la historia aquella de la inflación en la época de Perón. Algún bobo todavía repite, para justificar la mala política económica actual, que en la época «del general» los salarios iban por la «escalera y los precios por el ascensor». Desconocen que en 5 años, con un programa, la inflación decayó sin cesar. Incluso luego de derrocado Perón, hasta 1957 siguió su curso descendente. Por eso, los historiadores Gerchunoff y Llach pudieron escribir: «aquella tormenta política que culminó con el derrocamiento de Perón y que dejaría heridas tan profundas no tuvo mucho que ver con la economía. Se podrá escribir la historia de muchas maneras distintas, y sin embargo esa afirmación será difícil de discutir«.
El rol de las redes sociales
Otro real problema político. Esos espacios digitales que nos hacen ver «lo que pasa» en nuestra «comunidad». Es un problema absorbente que no me tentará. Lo que es seguro es que las grandes empresas han logrado instalar su «visión» de un espacio gratuito, libre de manipulaciones, sin intereses políticos y que constituye un espacio de realización individual económica. No hay dudas que el negocio es exitosísimo. El famoso «algoritmo» es una estrategia automatizada para «mantener» a los usuarios conectados identificando su individualidad, y una clave de ello es el contenido «viral». En la viralización, no hay dudas, la propagación del contenido siempre tiene formas extremas, superraras, de emociones intensas, o donde lo violento, lo discriminatorio y falso cumplen un papel clave que busca la atención. No es nuevo, pero se ha potenciado y multiplicado. Crea nuevas posibilidades, es cierto, pero demanda conocerlo.
¿Los votos de Milei provinieron del interior el país?
Otro punto que se analiza poquísimo, sin ninguna razón. Ahora no tiene explicación este resultado, parece. En cada elección provincial que pasó antes de las nacionales, los periodistas repetían que los candidatos de Milei sacaban pocos votos. Así comenzó un relato que «Milei estaba decayendo» o se desinflaba. No hay que olvidarse que el precandidato se negó durante su campaña a hablar con los medios de comunicación y que éstos no cubrieron sus actividades. La idea de la merma electoral de Milei, se difundió en base a encuestas que fallaron otra vez. La que no falló fue Cristina Kirchner que adelantó el resultado de «tres tercios» que son casi exactos.
En el jardín del peronismo, la Tucumán de Manzur, donde arrasó la fórmula peronista a la gobernación hace unos meses, ayer Milei fue el más votado en esa y otras 12 provincias. Entonces muchos ahora se preguntan sobre los resultados de la estrategia para desdoblar elecciones de los gobernadores, que tampoco les dio mucho resultado localmente.
¿Qué tiene la casta en la cabeza?
¿Qué habrá en el interior, qué pensará esa gente que ha votado a Milei? La que ha obtenido una respuesta desconcertante es Mayra Arena, la que se preguntó «¿qué tienen los pobres en la cabeza?«. El cambio de rumbo que imprime Milei debiera afectar a esa pregunta y convertirla: «¿qué tiene la casta en la cabeza?«. No hay otra, a explorar nuevas vías explicativas.
En los Estados Unidos, cuando Trump ganó las elecciones a presidente, alguien fue a ver el mapa de cómo había impactado según los estados el resultado: el interior había puesto al nuevo presidente, contra los grandes centros urbanos donde está el capital financiero. La forma de vida, el costo de vivir suele percibirse de diferente forma de acuerdo al sector social al que se pertenezca o la geografía en la que se vive.
Un límite para Milei
En una vida de consumo como la nuestra, repotenciada por la constante vidriera de internet, el dinero y el progreso económico cumplen una meta individual cada vez más intensa. Por eso la inflación es percibida como la manzana que pudre los proyectos personales, la moneda está totalmente desvalorizada y con una ansiedad creciente que demanda «seguridad» en todas sus formas. Sin ninguna verdad para compartir.
Milei, sin embargo, no ganó la elección en la provincia de Buenos Aires, donde la performance de Axel Kicillof le puso límite. No es casual que el gobernador sea una figura que logra modular la misma frecuencia de los bonaerenses y que muestre una gestión caracterizada por la sobriedad, la inversión productiva y el trabajo.
Queda preguntarnos si estamos ante un nuevo altercado entre la tradición y el cambio. ¿Qué pasa con las tradiciones políticas argentinas? ¿Quién mantiene vigente la pretenciosa filosofía peronista que daba lugar al individuo en el mundo?
¿Hubo otros Mileis antes de Milei?
Si Milei expresa un perfil autoritario, con soluciones extremas, donde las expresiones violentas están presentes, anunciando la pérdida de derechos y aún así lo han votado, entonces ¿se equivocaron los que lo eligieron?
Tal vez el look le da un plus de violencia simbólica, escénica, mediática que tal vez las estadísticas de la indigencia y la pobreza no tienen. O bien, no tienen tanta prensa como el precandidato. A quien los grandes medios de comunicación lo promocionaron hasta el cansancio y luego lo boicotearon en la previa de la elección.
Violencia como solución
La alternativa de la violencia para resolver los problemas sociales, que ahora puede llamar la atención, está muy difundida en nuestra sociedad desde hace tiempo como método para educar, curar o prevenir. Por ejemplo, en las escuelas el uso de las amenazas y el castigo por los errores son formas de la violencia que solo promueven el miedo de los niños y la falta de interés en el aprendizaje. Y se practican todos los días sin que estén recomendados en los diseños curriculares. ¿No es una tradición?
Está probado que la violencia no resuelve los problemas sociales, los empeora. Pero es injusto identificar a Milei con el advenimiento de la violencia, fundamentalmente porque no conocemos el sentido de la flecha de la historia.
Una «teoría» que se comenta mucho entre los políticos dicen que la gente vota influenciada, principalmente, por los últimos 15 días. Argentina es un país de casualidades: el asesinato de una adolescente por inseguridad y el asesinato de un manifestante en las horas previas a la elección hicieron una aparición. La escena posterior de un día sin trenes en capital y corridas en las estaciones de ferrocarriles dieron el aspecto que el clima social era un horno.
¿Voté en mi contra?
Se escucha la pregunta: ¿cómo es posible que la gente vote en contra de sus derechos? Si eso significara el crecimiento de Milei, entonces habría que preguntarnos cómo se llegó hasta allí. ¿Qué permitimos antes? Por esto es que hay que admitir la existencia de ciertos derechos que no se cumplen, y que hay otros que corren el riesgo de ser avasallados prontamente.
¿Puede alguien votar en contra de sí mismo? De la misma manera que una persona puede elegir algo que lo perjudique. Para diferenciar lo que es mejor para mí, para mi grupo o mi sociedad existe el pensamiento crítico, que es la elaboración de una forma de pensamiento que permita a una persona analizar con diferentes puntos lo que otros me ofrecen como una propuesta, una verdad o una solución. Eso por ejemplo, le permitiría hacer un buen trato o contrato. En este caso, un contrato electoral.
¿Pero el pensamiento crítico es promovido en nuestras instituciones? ¿Qué hacen las escuelas, los sindicatos, los partidos políticos con quienes proponen hacer las cosas de otra forma? ¿Los peronistas ya no son gatos que se hieren y se reproducen en sus peleas? No hay otro camino para alcanzar el pensamieto crítico que el debate de argumentos. ¿Argumentos o poder?
Sospechas
Considerar que «algo falló» o «algo salió mal», simplemente es ignorar lo que está sucediendo en nuestro país. Solo con esa perspectiva pueden muchos extrañarse y considerar que «esto no estaba en los planes». ¿Qué otros resultados esperaban?
Para defender los derechos más básicos proponen argumentos que dejen en evidencia la inconveniencia de las propuestas de Milei. ¿No ha habido otros Milei antes?
Hay que sospechar de los que digan que todo irá mal ahora, porque la realidad es que todo está yendo muy mal hace tiempo. También desconfiar de quienes digan que el resultado electoral de las primarias es concluyente. Las elecciones nos enseñan que los giros inesperados (o más precisamente el elemento estocástico) forma parte central de la historia argentina, y que el camino hacia una mejor sociedad nunca está cerrado.